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mi cuerpo fue a moldear,
en el gimnasio local
del barrio donde nací.
A pichicatazos crecí,
con esfuerzo y sudor,
levantando con rigor
pesas duras cada día,
y aunque el músculo dolía,
me forjaba con valor.
Sentadillas bien profundas,
pesas, barras, ¡qué sudor!
y entre risas y vigor
mis bíceps se agrandaban.
Entre pesos se forjaban
los sueños de ser gigante,
y así, en cada instante,
un centímetro gané,
sin contar cuando fallé
y los pichicatazos dolían.
De proteínas un crack,
con calorías, un genio,
pero aunque tuve un ingenio
la técnica me falló.
Y en esos días de error,
cuando el hierro no subía,
sentí que el cuerpo me decía:
“¡No te rindas, que hay razón!”
A pichicatazos crecí,
mi cuerpo fue a formar,
en el gimnasio local
del barrio donde nací.
A pichicatazos crecí.
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