Voces que cambian de volumen mágicamente, dificultad absurdamente elevada al principio y absurdamente baja al final, historia olvidable, final simplísimo, diferenciación de clases casi inexistente a nivel alto, Peter Griffin doblando a un protagonista y al villano... Es el típico juego del que no esperas absolutamente nada bueno, pero que resulta jodidamente entretenido en compañía, y en eso se lleva un diez de calle. Si pretendes darle en solitario, no esperes un "Retorno del Rey".