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Heme aquí otra vez. Cómo humilde siervo de Dios me veo en la obligación moral de dar a conocer mi más sincera opinión acerca de este producto que hoy nos reúne. Espero que mis palabras lleguen a aquellos bienaventurados que por gracia de Dios se encuentran leyendo esta pequeña redacción. Con el don de la palabra que el Todopoderoso me ha conferido, quiero pedirle a mis queridos lectores que tengan a buen considerar la posibilidad de deleitarse con la adquisición de este producto.

Pocas son las oportunidades que nuestro Señor contempla la posibilidad de mostrarse ante seres tan insignificantes como nosotros. La desconocida naturaleza de un ser infinito puede que nos haga sentir pequeños y marginados. Puede que nuestra existencia se vea opacada por la perfección que rodeada a seres de luz, puede que nuestra mera presencia en el universo sea un afrenta a todo lo que el universo contempla en su existir, pero nada más alejado de la verdad. Porque si algo equipara la infinidad de nuestro Dios es el amor por sus hijos, nosotros, los mortales. Por eso, y como muestra de amor, Dios nos ha bendecido con este material audiovisual.

Con tantos aspectos minuciosamente trabajados y detallados podemos advertir que este producto suple las necesidades más básicas y primales que cualquier mortal requiere. Un apartado sonoro compuesto por coros de ángeles, con sonidos y melodías que el oído humano jamás ha experimentado. Un gameplay completo y diverso, que pone a prueba las habilidades intelectuales del hombre y que reafirman su posición como máximo depredador de la cadena alimenticia. Una historia digna de admiración narrada en labios del propio creador. Un drama familiar que nos recuerda que dentro de nuestra propia imperfección tenemos la posibilidad de redimirnos y encaminar nuestro rumbo camino a la perfección que obviamente está lejos de acercase a la perfección que constituye a nuestro Señor Todopoderoso. No es motivo para menospreciar nuestra existencia, sino para agredecer que existe un ser infinitamente superior que vela por nosotros.

Podría seguir destacando cada aspecto que hace a este producto un medio para acercarnos más a Dios, pero prefiero que el lector viva su propia experiencia. Quiero que mis pares mortales sepan que aún hay esperanza. Que por muy alejados que se sientan de Dios, sepan que ÉL nos siente más cerca que nunca. Por más que el hombre reniegue del papel que desempeña en este juego de Dios llamado vida, siempre estaremos a su lado, porque Dios nos ama. Por eso él nos ha bendecido con este videojuego. Por eso le regaló al hombre la oportunidad de estar más cerca de él entregándonos a este videojuego. ¡AGRADEZCAN! Hermanos, porque Dios está con nosotros. Acepten a Dios en su biblioteca. Dejen lugar en sus corazones y agradezcan por tener la dicha de gozar del amor de Dios.

El hombre en su nubloso juicio rechazó a Dios una vez condenando a su hijo. Tercamente rechazamos a Dios una vez porque nuestro orgullo fue más grande. Pero sepan hermanos que el Todopoderoso perdona. Perdona y da segundas oportunidades. Por eso la segunda venida de Cristo está ante nosotros. Ignorantes, esperamos a un ser antropomorfo que iguale nuestras facultades, pero el Señor es sabio. Se aseguró que esta vez no sea el regaló de Dios el que venga hacia nosotros, sino que sean sus hijos quienes vayan tras él.

¡AHORA HERMANOS! Acepten a Dios y adquieran este regalo. Puede que el precio a pagar los haga dudar, pero no es más que otra artimaña del hombre para impedir su propia evolución. Hagan los sacrificios que sean necesarios. Paguen el precio que haya pagar. Entréguense en cuerpo y alma porque Nuestro Padre está del otro lado. Nunca la salvación estuvo más cerca. Por eso les pido hermanos: SÍGANME, yo los estaré esperando con nuestro Padre Dios Todopoderoso. Amén.

He vuelto a jugar Subnautica. Lo hice a regañadientes, como quien se enfrenta a un destino del que no puede escapar. No fue por deseo ni curiosidad, sino por algo más profundo y misterioso: una razón divina que no sabría explicar. Era como si Dios, en su infinita y caprichosa sabiduría, hubiera bajado de las alturas, me mirara directamente a los ojos y dijera: "Instálalo otra vez, mortal. Y esta vez, juega con el corazón".

Al principio, me resistí. ¿Por qué habría de volver? Era una experiencia que me había marcado antes, pero no estaba seguro de querer revivirla. Sentía que, al volver, traicionaba mi propia capacidad de avanzar. Pero las cosas divinas no suelen pedir permiso; solo suceden.

Entonces entendí. No era simplemente un videojuego. Era una metáfora de mi lucha interna, una odisea acuática para enfrentar lo que más temo: el abismo desconocido. Porque, ¿no es la vida también un océano lleno de criaturas extrañas, recursos escasos y esa constante necesidad de construir algo que te proteja del caos?

En los primeros minutos de juego, mi enojo seguía presente. "Esto es absurdo". Pero luego pasó algo. Una calma inesperada me envolvió mientras nadaba entre arrecifes brillantes. Había belleza en ese caos. La misma belleza que, en la vida, encontramos entre momentos de duda y desasosiego. Y justo ahí, entre peces y bancos de coral luminoso, sentí la presencia de Dios. No era una voz ni un rayo celestial, sino algo más sutil: la comprensión de que mi resistencia a jugar Subnautica era parte de la experiencia.

Al no querer volver, al odiar esa imposición divina, al quejarme y luego rendirme, había completado un ciclo que yo mismo no comprendía. Porque no querer jugar fue, paradójicamente, la clave para descubrir por qué necesitaba hacerlo. Era como si Dios me hubiera dicho: "Sí, hijo mío, te negaste, pero el océano no te niega a ti. Ábrete a lo que viene".

Y en ese momento, comprendí algo profundo: había hecho las paces con Dios. Con la idea de que incluso lo que resistimos nos transforma. Y ahora, cuando un leviatán aparece rugiendo desde las sombras, ya no lo veo como un enemigo. Lo veo como un recordatorio de que lo divino está en todas partes, incluso en lo que más tememos.

Porque el hombre también tiene derecho a perdonar a Dios. Aunque parezca un acto osado, no es más que un diálogo íntimo entre lo finito y lo infinito. Perdonar a Dios no es acusarlo de errores, sino reconocer que, en su misterio, cargamos con las sombras de nuestras expectativas. Es aceptar que el sufrimiento, la duda y el caos forman parte del tejido de la existencia.

Y al perdonarlo, el hombre se libera. Se desprende del resentimiento que a menudo dirige hacia lo divino, cuando en realidad refleja su propia incapacidad de aceptar lo que no controla. Al perdonar a Dios, el hombre no solo hace las paces con el cielo; también hace las paces consigo mismo. Es un acto de reconciliación con la vida, que nos invita a abrazar lo imperfecto con compasión y entendimiento.

Tras casi una decena de horas invertidas en este título me veo en la necesidad de expresar mi veredicto acerca de la calidad que ofrece esta presentación.

No obstante, y a sabiendas de que el juicio emitido en este espacio se verá críticamente afectado por una subjetividad alimentada tanto por el miedo como por la incertidumbre, preferiría destinar estos pocos renglones que me son permitidos a reivindicar mi derecho a la dignidad humana.

No importa la mirada que pueda tener sobre este producto si detrás de ella se halla presente el ojo opresor de aquellos quienes me arrebataron la libertad. Noches enteras sometido a la voluntad de mis captores . En esta ocasión, forzado a participar de esta tortura la cual ellos encuentran divertida. Atraído con mentiras y artimañas, me encuentro atado a este mal de por vida.

Escribo esto, no como un pedido de auxilio, sino como una forma de redimirme, de perdonarme. Maldigo el día que accedí a involucrarme con estos desquiciados . No sientan pena por mí. Ante ustedes yacen las últimas palabras de un condenado a quién le fue arrebatada su libertad.

Por fortuna, para cuando encuentren este mensaje, yo ya no estaré en este mundo. Mi sufrimiento habrá acabado. Espero que quien lea esto advierta el peligro que rodea a esta abominación que algunos algunos osan llamar juego. Que no renuncien a un bien tan preciado como lo es la libertad. Den marcha atrás mientras puedan. Que mi sacrificio les sirva de ejemplo.

Ya no pueden hacerme daño.

¡JUEGAZO! ¡UNA OBRA DE ARTE! ¡UN MANJAR AUDIOVISUAL! ¡UN ORGASMO AL ALMA! Estas son algunas de las frases que se me vienen a la mente cada vez que veo este videojuego. Si no fuera porque mi pareja me lo recomendó no me hubiera enterado de esta joya oculta. Agradecido con Dios nuestro Señor Todopoderoso por permitirme degustar en vida de esta obra de arte. Bendito sea el día que me parieron otorgándome la inmensa dicha de probar el material aquí presente. Le rezo todas las noches al cielo rogando porque me concedan más años de vida para seguir disfrutando de este regalo bendecido por la luz celestial que ilumina el sendero que conducen a los brazos de Jesús mi pastor.

Un gameplay bien implementado, gráficos minuciosamente elaborados, diversos modos de juego que enriquecen la experiencia, una banda sonora digna de compararse con la de grandes referentes del género, una historia tan original como atrapante; que oscila entre los dramas familiares y los romances imposibles; prometiendo profundizar en los sentimientos más ocultos del lector; poniendo en tela de juicio los estándares filosóficos y éticos de cada uno... todo esto no son más que algunos de los elementos que componen este basto videojuego digno de la mirada de Dios.

Sin la intención de extenderme demasiado en la producción de esta humilde reseña, quisiera pedirle encarecidamente al bienaventurado lector que destine parte de su limitado tiempo de ocio a leer esto, que no desperdicie ni menosprecie esta oportunidad de adquirir este material de entretenimiento audiovisual de carácter videojugabilístico. Gracias a su módico precio accesible para el bolsillo de cualquiera, centenares de horas estarán aseguradas para el goce del consumidor.

Muchas gracias al equipo detrás de esta obra de arte. Puedo dar fe que su futuro en la industria está destinado al éxito. Dios y la Virgen quieran que los creadores de este juego gocen de buena salud para continuar elaborando más material similar a esta obra.

Sin nada más que agregar, procedo; con el permiso del lector; a dar por finalizada esta pequeña reseña expresada en simples palabras pero nacidas del corazón. Gracias por todo y queden con Dios. †

En una villa nació, fue deseo de Dios
Crecer y sobrevivir a la humilde expresión
Enfrentar la adversidad
Con afán de ganarse a cada paso la vida

En un potrero forjó una zurda inmortal
Con experiencia, sedienta ambición de llegar
De cebollita soñaba jugar un mundial
Y consagrarse en primera
Tal vez jugando pudiera
A su familia ayudar

Grande, Diego
Para el más grande del mundo, ahí

En una villa nació, fue deseo de Dios
Crecer y sobrevivir a la humilde expresión
Enfrentar la adversidad
Con afán de ganarse a cada paso la vida

En un potrero forjó una zurda inmortal
Con experiencia, sedienta ambición de llegar
De cebollita soñaba jugar un mundial
Y consagrarse en primera
Tal vez jugando pudiera
A su familia ayudar

A poco que debutó (Marado, Marado)
La 12 fue quien coreó (Marado, Marado)
Su sueño tenía una estrella
Llena de gol y gambetas

Y todo el pueblo cantó (Marado, Marado)
Nació la mano de Dios (Marado, Marado)
Llevó alegría en el pueblo
Regó de gloria este suelo

Es para el número uno del mundo

Carga una cruz en los hombros por ser el mejor
Por no venderse jamás al poder enfrentó
Curiosa debilidad
Si Jesús tropezó, ¿por qué el no habría de hacerlo?

La fama le presentó una blanca mujer
De misterioso sabor y prohibido placer
Que lo hizo adicto al deseo
De usarla otra vez involucrando su vida

Y es un partido que un día
El Diego está por ganar

A poco que debutó (Marado, Marado)
La 12 fue quien coreó (Marado, Marado)
Su sueño tenía una estrella
Llena de gol y gambetas

Y todo el pueblo cantó (Marado, Marado)
Nació la mano de Dios (Marado, Marado)
Llevó alegría en el pueblo
Llenó de gloria este suelo

Olé, olé, olé
Diego, Diego
Olé, olé, olé
Diego, Diego

Olé, olé, olé
Diego, Diego
Olé, olé, olé
Diego, Diego

Y todo el pueblo cantó (Marado, Marado)
La 12 fue quien coreó (Marado, Marado)
Su sueño tenía una estrella
Llena de gol y gambetas

Y todo el pueblo cantó (Marado, Marado)
Nació la mano de Dios (Marado, Marado)
Llevó alegría en el pueblo
Regó de gloria este suelo
Regó de gloria este suelo
Regó de gloria

Te quiero, Diego