⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⢀⣀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⢀⡴⠋⠘⡄
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⢠⡞⠀⢀⡾⠁⢠⠖⣄
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⣈⣁⠀⣾⠃⠀⠨⠄⠘
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⣀⡤⠚⠉⠁⠀⠉⠳⡀⠀⢀⣀⣀⣀⣀⣀⡀
⠀⠀⠀⠀⠀⢠⠮⣉⡿⠀⠀⠀⠀⠀⠀⣽⠟⣋⠥⠒⠛⢶⣤⡽
⠀⠀⠀⠀⠀⠸⡂⢰⣰⡂⠀⠀⠀⠀⠀⠀⢙⣧⣦⣔⡾⠟⠋
⠀⣀⡐⢢⠀⠀⠘⡬⠒⠂⡄⢿⡿⠀⠀⢀⡽⠃
⠘⢦⣁⢸⠀⠀⢠⠞⠀⣄⣙⣒⣀⣤⡴⣿⡁⠀⠀⢀⡀
⠀⠀⠀⠈⠀⠀⡎⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠘⣻⣧⠀⢰⠃⠼⢄
⠀⠀⠀⠀⠀⢀⡷⠠⠞⠃⠀⠀⠀⠐⠒⠦⢿⡀⠑⠒⠂⠋
⠀⠀⠀⠀⢀⡟⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⣀⡀⠀⠀⢹⡀
⠀⠀⠀⠀⢸⠀⠀⠀⠀⠀⠀⢀⢾⠟⠉⢷⡀⢸⡇
⠀⠀⠀⠀⠘⢦⡀⠀⠀⠀⠀⢸⡵⢀⣟⣸⣇⡼
⠀⠀⠀⠀⠀⠈⠛⠓⠒⠒⠒⠚⠛⠛⠛⠛⠋

Toy waton

Estaba esquiando en San Martín de Los Andes, había sacado pase gold para no comerme la fila de las aerosillas, pero en 2017 había tanta gente que hasta en la entrada preferencial había fila larga de gente.
La silla del Mallin, que sube hasta uno de los picos más altos del cerro Chapelco, es una silla doble, un poco lenta, pero que conecta con las mejores pistas. Uno de los que estaba haciendo la fila al lado mío le pidió a los empleados de la aerosilla si podía subir solo, con claro acento de fastidio. Le dijeron que no, que suba conmigo porque había mucha gente.
Ya en la silla, bajamos el barandal de seguridad, mire sus skies, y como todo ski alquilado, llevaba una etiqueta con su apellido.
“Ey! Te llamas como el de la tele!” le dije, como para que el viaje de 10 minutos no sea tan aburrido.
“Ahora falta que me pidas una foto. No te queres quedar calladito la boca?”
En 28 años, con una sola frase, Julián Weich hizo que pase el peor día de vacaciones de mi vida

⣿⣿⡿⠛⣉⣉⣉⣉⠛⢿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⠿⠛⠛⠻⢿⣿⣿⣿
⣿⣿⣴⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣦⣽⣿⣿⣿⣿⣿⣷⣶⣿⣿⣷⣦⣈⣿⣿
⣿⣿⣿⠟⠛⠛⠛⠿⣿⣿⠿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⠿⠛⠛⠿⢿⣿⡿⢿
⣿⡟⣡⣾⣿⣿⣿⣷⣌⢡⣾⣿⣿⣿⣿⡟⣡⣶⣿⣿⣷⣦⡉⣤⣾
⣿⣿⡿⢻⣿⣿⣿⣿⡏⢻⣿⣿⣿⣿⣿⣿⡿⢻⣿⣿⣿⣿⠑⣿⣿
⣿⣿⠁⠄⠙⠋⠉⠁⠄⠄⢿⣿⣿⣿⣿⣿⠁⠈⠙⠉⠉⠁⠄⢸⣿
⣿⡏⠄⠄⠄⠄⠄⠄⠄⠄⢸⣿⣿⣿⣿⡏⠄⠄⠄⠄⠄⠄⠄⢸⣿
⣿⣿⣄⣾⣧⣄⣀⣠⣷⢄⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣄⢾⣦⣤⣤⣼⡦⣼⣿
⣿⣿⣿⣿⣽⣿⣿⣯⣷⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣷⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⡏⣻⣿⡟⢹⣿⣿⠉⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣧⣌⣉⣁⣄⣉⣡⣼⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿

⠟⠑⡄⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⣀⣀⣤⣤⣤⣀⡀
⠸⡇⠀⠿⡀⠀⠀⠀⣀⡴⢿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣷⣦⡀
⠀⠀⠀⠀⠑⢄⣠⠾⠁⣀⣄⡈⠙⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣆
⠀⠀⠀⠀⢀⡀⠁⠀⠀⠈⠙⠛⠂⠈⣿⣿⣿⣿⣿⠿⡿⢿⣆
⠀⠀⠀⢀⡾⣁⣀⠀⠴⠂⠙⣗⡀⠀⢻⣿⣿⠭⢤⣴⣦⣤⣹⠀⠀⠀⢀⢴⣶⣆
⠀⠀⢀⣾⣿⣿⣿⣷⣮⣽⣾⣿⣥⣴⣿⣿⡿⢂⠔⢚⡿⢿⣿⣦⣴⣾⠸⣼⡿
⠀⢀⡞⠁⠙⠻⠿⠟⠉⠀⠛⢹⣿⣿⣿⣿⣿⣌⢤⣼⣿⣾⣿⡟⠉
⠀⣾⣷⣶⠇⠀⠀⣤⣄⣀⡀⠈⠻⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⡇
⠀⠉⠈⠉⠀⠀⢦⡈⢻⣿⣿⣿⣶⣶⣶⣶⣤⣽⡹⣿⣿⣿⣿⡇
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠉⠲⣽⡻⢿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣷⣜⣿⣿⣿⡇
⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⢸⣿⣿⣷⣶⣮⣭⣽⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⠇
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⣀⣀⣈⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⠇
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⢿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⠃

⬛🟪🟪🟪🟪🟪⬛⬛⬛⬛⬛⬛
🟪🟪🟪🟪🟪🟪🟪⬛⬛⬛⬛⬛
🟪🟪🟪🟪🟪🟪🟪⬛⬛⬛⬛⬛
⬜⬛🟪⬜⬛🟪🟪⬛⬛⬛⬛⬛
🟪🟪🟪🟪🟪🟪🟪⬛⬛⬛⬛⬛
🟪⬛⬛⬛⬛⬛🟪🟪⬛⬛⬛⬛
🟪🟪⬛⬛⬛🟪🟪⬛🟪⬛⬛⬛
⬛🟪🟪🟪🟪⬛⬛🟪🟪🟪🟪⬛
⬛⬛⬛⬛⬛⬛🟪🟪🟪🟨🟨🟪